Lo que no sabía Garci, ni siquiera
podía olerse, era que el primer necesitado en encontrar a la vieja bruja era su
fiel amigo, y que albergaba planes que, de salirle según los había trazado,
truncarían no sólo los días de vacaciones con su amante, sino la eternidad de
sus idas y venidas.
El viaje desintegrador de materia
había sido de lo más productivo para Dea. Además de echarse un sueñecito, que
tanta falta le hacía, los últimos tres mil millones de kilómetros los aprovechó
para maquinaciones turbulentas y muy codiciosas. Desintegrado se pensaba mucho
mejor. Juanorra no estaría por la colaboración voluntaria, eso ni dudarlo. Y en
Garci, desgraciadamente, no podía confiarse cuando se trataba de utilizar a su
amada de cobaya. Bien sabía él que esto le podía costar una amistad milenaria,
y en cuanto a la vieja, muchos eran los apuros que habían pasado juntos y su aprecio
le tenía. Sin embargo, cuando se trataba de salvar su culo y ponerlo a buena
distancia de la leprosería del reino, nada valían sensiblerías de última hora
ni recuerdos fraternales. Ya sabía que Jota haría su aparición dentro de tres
horas y media en el bar del hotel. A buen seguro que daría un espectáculo de
tomo y lomo, con lo que aprovecharía el desconcierto circundante que se
produciría para darle alcance y apresarla con alguna treta. Siendo el mejor
amigo de su amante, confiaría en él ciegamente, y con la ayuda del soldadito
raso que la acompañaba, la amordazarían como a un perro rabioso y la sacarían
de allí en volandas. Tarea ardua, se mire por donde se mire, porque Juanorra
enfadada metía unos mordiscos peores que los de un león. Por eso mismo tenía
que conseguir comunicarse con el soldadito cuanto antes, y avisarle para que le
diera algún estimulante del sueño. Si todo seguía según esos planes, en menos
de una noche estarían de vuelta en sus dominios y la bruja más temida de
Nowhere’s… sometida a la voluntad del primer espada del reino del Mal. Satán
necesitaba una presa, un cebo, una historia alucinante en la que creer sin
vacilar, y de ese modo Angelis ganaba un tiempo precioso para dar con la puta
fórmula de la Energía oscura, y servírsela al Jefe con tostadas para el
desayuno. Juana colaboraría en el embauque con la historia más increíble jamás
contada, y esa vieja arpía se esmeraría lo suyo porque, si no lo hacía bien, de
sobras era conocido que Satán ni se molestaba en castigar a las brujas
traidoras, tenía suficiente con enviarlas a un proceso inquisitorial aquí en la
Tierra que era peor que cien torturas de los cancerberos del infierno. Y no
había peor agravio y humillación para ellas que someter su suerte a la ira de
un Dios medieval y en manos de seres humanos.
-¡Eh, que se te ha ido la olla! Si
no quieres nada más, me voy a acicalar para mi cita, ¿acudirás al bar a las
ocho? Te veo allí y nos tomamos unas copitas los tres juntos, si no acabamos a
tortas con el director del hotel después de las ocurrencias que haya tenido mi
amor, claro está. ¡No te lo puedes perder!
-¿Decías que además había otra
bruja que se había colado en el hotel?
-¡Anda, claro, la princesa! Se me
había forget a estas alturas, debería ir a excusarme con ella.- Garci era un
caballero por encima de todo, y no podía dejar a una dama a medias. –Es una
cría, yo de ti no me preocuparía mucho por ella, más bien parece una colegiala
que se hubiera escapado de parranda, ahora que, desde luego, es una maestra de
la performance porque tiene un aspecto exterior extraordinario. Si no estuviera
yo hoy tan pillado de timing… Lo que me desconcertó fue su cabello, tan
ensortijado, tan rojizo y dorado a un tiempo, no había visto nunca nada tan
parecido a mí, pero bueno coincidencias tiene la vida… voilà amigo Angi, te
dejo con tus cosas. ¿Estás seguro de que no te aburrirás?
-No tendré tiempo, debería
agenciarme las fulanas de Pierre y unas hierbas, tal y como le prometí, de modo
que no se vuelva a vender a mejor postor con las últimas noticias…- dijo
Angelis disimulando. –Nos vemos más tarde, y Garci, una cosa más…
-Dime- Garci se giró de nuevo sobre
sus talones –¿te pasa algo? ¡Estás de lo más paliducho!
-Es esta luz tan clara, que me pone
del hígado. No, nada, era solo que… bueno, que no te olvides de que, pase lo
que pase, seguimos en el mismo barco, y que nuestra consigna es y permanecerá…
-¡El fin justifica los medios!-
dijeron al unísono, y se despidieron con un abrazo.
Desde luego, había que ver, este
Angelis le hacía a uno saltársele las lágrimas, en el fondo era un sentimental.
Sólo por Juanorra sentía más pasión que por él, y de no ser por eso, hace
tiempo que se habría hecho mariquilla.
Ahora tenía que ir a su habitación
y ponerse como un pimpollo, con aquella camisa azulona de los cuellos largos,
que a Jota la ponía tan cachonda siempre. Y una buena colonia que le diera un
toque animal, a tono con los pestufos de su cachorrilla. Pero primero pasaría
por la chambre de la brujita estafante, a ver si lograba descubrir a qué se
debía ese aire tan familiar que se gastaba.
Subió ufano los peldaños, otra vez
de dos en dos; no había estado tan en forma en su vida, y es que el brío que le
daba pensar en Jota no estaba pagado ni con dinero ni con fama siquiera. Solo
imaginarla en sus brazos y ya se le erizaba todo el vello desde la coronilla
hasta los pies. Qué raro, ¿pues no había sido la cuatrocientos cinco donde la
había dejado? Encontró la habitación abierta, la cama deshecha, y unos jirones
del hermoso robe de nuit de la princesita por el suelo.
-Garçon, garçon! Ou est la femme de
cette chambre?- preguntó Garci alterado.
-Oh, monsieur, elle semblait malade. Deux autres femmes l’ont amené avec
elles.
-Ou ça?
-Je ne
sais rien, monsieur, peut-ètre à l’hôpital?
-Comment elles étaient? Vite!- dijo
Garci, depositando unos billetes en el bolsillo del mozo.
-Bien sur. Une était blonde et
l’autre avec de cheveux rouges. Très haute la belle blonde, avec de chaussures
Charles Jourdan très chic. Je les connais bien ces chaussures. Mais, par
contre, elle ne semblait pas très habituée à les porter, elle a presque tombé
deux fois. L’autre femme était beaucoup
plus moche et me semblait une putaine, monsieur. Elle portait…
-Assez, merci.
Lo que se temía, los sabios
disfrazados de prostitutas, y la pequeña bruja en el ajo, o quizá secuestrada.
¿Pero para qué? ¿Qué trampa querrían tenderles? Tenía que avisar a Deangelis,
pero ¡merde, otra vez con el digital desconectado! Estaba visto que esta tarde
no podía uno relajarse ni un minuto, ¡qué estrés! Desde luego, no parecía el
momento idóneo para tomarse unas vacaciones, la cosa se estaba poniendo de
guatemala a guatepeor, seguro que tanto revuelo tenía que ver con la última Conferencia
y las conclusiones tan alarmantes, que no habían hecho más que exacerbar los
ánimos. Como si lo viera, los envidiosos de Archifranco y Valenciennes les
emulaban como pareja de confabulaciones secretas a él y al primer comandante
del Infierno, pero vamos que no les llegaban ni a la suela de los zapatos! Lo
único más preocupante es que había visto a su amigo muy abatido, pero tenía que
ser el viaje que se había pegado, que era agotador. A decir verdad, ¿qué era
eso tan urgente que le había traído a la Tierra? Dijo estar muy apurado, pero
después se fue rumiando y sin haber soltado prenda, si le conocería bien, en
algún misterio andaba…
Se dirigió hacia su habitación sin
haber logrado aclarar nada de nada, y con la cabeza que le salía humo. Pensar
en cosas serias más de dos horas seguidas le dejaba endolorido y no era bueno
para la piel, así que se daría un baño de sales para compensar. Abrió su puerta
y encontró todo en orden, menos mal. Puso un poco de música, abrió el grifo de
la bañera y vertió unas cuantas sales de algas de mar. Por un rato se podía
trasladar a la Polinesia y que unas bellas nativas le dieran un buen masaje.
Llamaría a recepción y pediría un servicio high class, y un poquito de
champagne. Sí, la vida terrenal tenía estos privilegios de ricos. En Celeste
hacía milenios que se había suprimido la esclavitud, y los hijos de los hijos
de aquéllos que un día se liberaron de ese yugo, habían prosperado tanto que
había que pedirles hora con meses de antelación para conseguir un buen servicio
de los de antes, y remunerarlo con alguna concesión especial. ¡Una gran cosa lo
de las clases sociales, que todavía conservaban los humanos!
Justo cuando se relamía los labios
de gusto pensando en el relajo que se iba a pegar, sonó el teléfono. Otra
interrupción, ¡no daba crédito a su mala suerte!
-Diga- contestó con desgana, ni
siquiera fingiendo afrancesamiento esta vez.
-Soy la princesa, venid a
rescatadme, ¡os lo ruego!
‘¡Eh, qué haces con el teléfono
ése, aparta de ahí pequeña!’. Garci escuchó una voz chillona masculina a través
del auricular y un sonoro chasquido. Después colgaron. ¿Qué había pasado? Lo
que se temía, los científicos locos, que a saber con qué fines habían
secuestrado a la chiquilla y la tenían encerrada. ¿Pero dónde? Comprobó con la
recepción que no le hubieran pasado ninguna llamada del exterior, así que tenía
que ser de por allí cerca, o no, quién sabe. El hotel tenía más de trescientas
habitaciones, con que como para ponerse a buscar. Aunque con las mismas, ¿cómo
la habrían encontrado a ella? Sobornando a algún empleado, a buen seguro.
Bueno, pues vaya fastidio, ahora cualquiera tenía la conciencia de pegarse un
chapuzón polinésico con aquella cría metomentodo pidiendo socorro. Y Angelis
más missing que nunca, ¡con lo fácil que era encontrar un par de furcias, sí
que le estaba costando de contentar ese Pierre! Vale, pues algo ingenioso se le
ocurriría a él solo como plan de rescate, y tenía que ser en menos de tres
horas, porque el tiempo volaba…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
venga venga dile algo a la bruja!